lunes, 16 de septiembre de 2013

Degradación de la Capa de Ozono: ¿Origen natural o antropogénico?

En los últimos años, la degradación de la capa de ozono junto con el cambio climático ha estado en boca de todos como causa de preocupación y para algunos de indignación. El debate sobre cúal es la verdadera causa de la drástica disminución de la capa de ozono y si se trata de un proceso natural o un efecto de nuestra manera de vida, sigue siendo fruto de numerosas discusiones y polémicas en ámbitos económicos, políticos y del bienestar. Parece estar claro que la mano del hombre está ligada a un proceso de aceleración de esta degradación, pero ¿Hasta que punto está afectando nuestra forma de vida actual a la degradación del planeta que empieza a ver los problemas en la salud de la población y que los verá en aumento en el futuro?

En este Día Internacional de Protección de la Capa de Ozono, nos gustaría profundizar un poquito más en lo que por ahora sabemos que nuestro planeta está sufriendo.

Pero, ¿qué es la capa de ozono y para qué sirve?
 
La capa de ozono es una capa protectora frente a la radiación ultravioleta. Sin esta capa en la atmósfera, la vida animal y vegetal no podría existir en la superficie de la Tierra. Aproximadamente el 10% de la capa de ozono está en la troposfera y la capa restante (90%) reside en la estratosfera.

El ozono se presenta de manera natural en la atmósfera y es un gas compuesto por tres átomos de oxígeno (O3).Se forma a partir del oxígeno molecular mediante la absorción de la luz ultravioleta del sol. Esta reacción es reversible, es decir, debido a la presencia de otros componentes químicos el ozono vuelve a su estado natural, el oxígeno. Este oxígeno se convierte de nuevo en ozono, originándose un proceso continuo de formación y destrucción. En la estratosfera la concentración de ozono varía reflejando un equilibrio dinámico por el que se producen amplias variaciones interanuales y estacionales en todas las regiones del planeta. Estas fluctuaciones son debidas a procesos naturales tales como: ciclos estacionales, erupciones volcánicas, cambios en la intensidad del sol y otros menos importantes. Sin embargo, parece evidente que la acción del hombre ha alterado ese equilibrio y que las consecuencias de este cambio empiezan a hacerse visibles.

¿En qué puede afectarnos su desgaste?

El desgaste de la capa de ozono provoca un aumento en los casos de cáncer de piel, cataratas oculares, supresión del sistema inmunitario y afecta negativamente en los cultivos. Algunos estudios sugieren que para el año 2065, la capa de ozono podría haberse destruido en hasta dos terceras partes, aumentando el riesgo de causar millones de casos de cáncer y la posible pérdida de la mitad de la producción agrícola mundial.

 


¿Por qué se degrada la capa de Ozono?

En 1974, Mario Molina y F. Sherwood Rowland advirtieron que los clorofluorocarbonos (CFC) podrían destruir la capa de ozono estratosférico que protege a la Tierra de la radiación ultravioleta. Los CFC son una familia de gases que se emplean principalmente en la industria de la refrigeración y aerosoles. En la década siguiente, los científicos documentaron la acumulación y la larga vida útil de los CFC en la atmósfera. Con los años, estos gases alcanzan la estratósfera, donde se disocian por acción de la radiación ultravioleta, liberando el cloro y dando comienzo al proceso de destrucción del ozono. En 1982 se llegó a la conclusión de que el cáncer de piel de células escamosas podría duplicarse si la producción de CFC se incrementaba y la mayoría de las plantas, incluyendo las plantas de cultivo, se verían afectados negativamente por la radiación UV-B. Tal irradiación retrasa el crecimiento, reduce el área total de la hoja, reduce la producción de materia seca, e inhibe la fotosíntesis. 

A pesar de todas la investigaciones y resultados que se obtuvieron antes de la fecha, no fue hasta 1985 cuando los científicos del British Antarctic Survey dieron la voz de alarma de que los niveles de ozono sobre la Antártida habían disminuido significativamente. A partir de este momento surge un salto a los medios de comunicación para dar a conocer esta problemática ambiental. Los productos químicos de interés eran NOx de las aeronaves subsónicas y supersónicas, el óxido nitroso de las prácticas agrícolas y la producción de energía, los clorofluorocarbonos utilizados como propelentes de aerosoles, agentes espumantes, disolventes y refrigeradores, compuestos bromados, monóxido y dióxido de carbono de los procesos de combustión, metano a partir de una variedad de fuentes, incluidos los humedales naturales y agrícolas, la tundra, la quema de biomasa, y la fermentación entérica de los rumiantes . Se redactó un informe que añadía que estos mismos gases eran además importantes en el tema del cambio climático.

 

En agosto de 1986, cuatro equipos de investigadores estadounidenses llegaron a la Antártida como parte de la primera expedición nacional del ozono para estudiar el “agujero de la capa de ozono” sobre la Antártida. Los cuatro equipos midieron con éxito la formación y el fortalecimiento del “agujero”, lo que confirmaba el fenómeno. Sus medidas y resultados, de acuerdo con la NASA, sugerían fuertemente que la química del cloro estaba involucrado. Pero todavía no había ninguna prueba concluyente de si el “agujero de la capa de ozono” era un fenómeno natural que tiene que ver con cambios en la temperatura y la circulación del aire, o si fue causado por los compuestos de cloro aportados por sustancias químicas producidas por el hombre. En 1996 la NASA, en Airborne Ozono Antártico Experiment, determinó que la causa del agujero de ozono en la Antártida fue consecuencia de la química del cloro y que las teorías que decían que se trataba de un fenómeno natural debido a la dinámica atmosférica no eran compatibles con los nuevos datos.

 



Si bien es cierto, hoy día sabemos que de manera natural y debido a acontecimientos ambientales, la capa de ozono varía sus niveles durante el año manteniendo su ciclo natural. Sin embargo, la intervención humana y la contaminación no hay duda que deja huella y acelera y destruye el equilibrio existente en los cambios atmosféricos, produciendo daños graves en este frágil escudo protector.

¿Qué soluciones tenemos?

En el pasado y con estos datos, la población empezó a tomar medidas y en 1987 se firmó un acuerdo internacional, el “Protocolo de Montreal” relativo a la reducción de las sustancias destructoras de la capa de ozono. Hoy se celebra el día internacional de la Protección de la Capa de Ozono, precisamente por el aniversario de la firma de este acuerdo. Veinticuatro países y la Comunidad europea firmaron este tratado, gracias al cual, veintiséis años después, el 98% de los casi 100 productos químicos que agotan el ozono se han eliminado en todo el mundo , y la capa de ozono de la estratosfera está en camino a la recuperación para 2065. Además, estas sustancias destructoras de la capa de ozono, son gases de efecto invernadero, que podrían haber tenido el efecto equivalente de 24 a 76 gigatoneladas anuales de dióxido de carbono, con su consecuente efecto en el calentamiento global.

A pesar de que la degradación de la capa ozono y el efecto que el ser humano ha aportado a nuestro planeta Tierra es casi imposible de compensar y que para el 2065, cuando empecemos a remontar ya habremos perdido mucho, aún tenemos un largo camino por recorrer. La concienciación y la divulgación de este tipo de noticias ayuda a poner fin al uso de algunos productos que todavía tenemos tiempo de frenar. No dejemos pasar evidencias claras de que nuestro planeta se está degradando y necesita ayuda. No dejemos que pasen los años, como sabemos por nuestra historia, para darnos cuenta que muchos de los efectos ya no tienen solución. No pensemos que ya no hay alternativa y que por eso no debemos tomar medidas; porque aunque pequeños son los pasos que damos o los resultados que obtenemos, hemos visto que las soluciones funcionan y que quizá esa recuperación lo vean algún día las futuras generaciones, porque un día nosotros decidimos luchar.

Sara Álvarez Solas.

“Tenemos la opción de usar el don de nuestra vida para hacer de este mundo un lugar mejor.” Jane Goodall.

Fuentes:

Principal fuente de información:

Andersen, S. O., Halberstadt, M. L., & Borgford-Parnell, N. (2013). Stratospheric ozone, global warming, and the principle of unintended consequences—An on going science and policy successstory. Journal of the Air &Waste Management Association, 63(6), 607-647.

Otras Fuentes de interés:

http://www.pla.net.py/enlaces/cnelm/980617/capozon.htm

http://www.ambiente-ecologico.com/revist63/fabian63.htm

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